1.25.2009

Con nueva piel


Hoy pasó algo tan extraño, tan extraño.
Los ubicaré en mi contexto para que no se pierdan. Una persona ocupó mi mente, mi alma y mi corazón por mucho, mucho tiempo. No creo que haya sido demasiado, porque el corazón sabe cual es el tiempo justo para olvidar.

Le puse de cariño “Pancake”. Ay, si todo el Perú ha oído hablar aunque sea una vez del bendito “Pancake”. En la universidad me decían de todo, desde loca hasta enferma. Otras me decían que debía seguir mis sueños. Y mientras mi corazón amaba con toda la fuerza con la que se puede amar a los 23 años, mi cabeza volaba y escribía poemas, historias de amor, canciones. Mi mente, más de una vez trajo a mi Pancake hacia mi cama: hicimos tantas cosas... reales e irreales... porque hasta alas tenía.

Mi vida fue así, una entrega total y plena a mi Pancake. Sino que lo diga mi hija Romy o mis hermanas Gigi, Ángela e Ivonne, que me han visto llorar como desesperada. Y Jacqueline que me acompañaba en el dolor. Todas y cada una de ellas, me acompañaban. Y yo lloraba.
Amaba con toda el alma. Mi error tal vez fue no decirle que el amor era tan fuerte. Por eso no me hizo caso. Por eso tal vez se alejó. Por eso talvez desapareció como un espejismo. Ya ni sabía en qué lugar me encontraba.

Hice de todo. Hasta traté de olvidar. Si hablaran mis amores fugaces dirían que soy una súper mujer que sabe amar pero no olvidar. Porque traté de esa forma olvidar, calmar la rabia y la desesperación de su adiós. Pero, no duraba más de un par de semanas. Siempre tenía que comparar. Esto, aquello, los ojos, el pelo...

Un mes, dos meses, un año, dos...
Ir y venir, ir y venir
Lágrimas
Risas
Llamadas al celular
Adiós

Hace una semana o poco más, conocí a alguien. Un ser impresionante. Que sabía tanto de mí, como si nos hubiéramos conocido en otra vida. Y en ese corto tiempo mató todo recuerdo.

Música en común: telestereo, San Borja... Rosario Flores...
Gustos en común: chicle dos en uno de plátano, caramelos monterrico, crush...

Y esa voz que me pone nerviosa y me estremece... que me intimida. Ay, hasta sabe mi vida y yo la suya. En tan poco tiempo. Hasta parece que Dios le puso las vacaciones en esa semana para hablar conmigo. Para conocerme. Para coexistir.

Y ahora, ya me sabe exacta, loca, nerviosa, compleja y simple. Le acabo de mandar mensajes a su celular, y espero responda pronto...

Estoy escribiendo pensando en sus ojos. No, no son verdes, son oscuritos... muy lindos. Sigo envuelta en su voz. Con un marlboro, un vodka con frugos de naranja y Serrat... las luces apagadas y la noche exacta: perfecta y precisa.

Un suspiro
Y como dice Brice al final de “la vida exagerada de Martín Romaña” : he vuelto a amar...
Adiós Pancake

© Pilar Lozano Salas







No hay comentarios: